Encontrados 128 resultados para: Rostro

  • Viendo esto, el pueblo cayó, rostro en tierra, y exclamó: «¡Yavé es Dios! ¡Yavé es Dios!» (1 Reyes 18, 39)

  • Subió Ajab a comer y beber, mientras que Elías subía a la cumbre del monte Carmelo, donde se postró con el rostro entre las rodillas. (1 Reyes 18, 42)

  • Pero, a la mañana siguiente, Jazael tomó una manta, la empapó de agua y la apretó sobre el rostro del rey hasta que murió, y le sucedió como rey de Aram. (2 Reyes 8, 15)

  • Cuando Eliseo enfermó del mal que lo llevó a la muerte, bajo donde él Joás, rey de Israel, y lloró sobre su rostro, diciendo: «¡Padre mío, padre mío, carro y caballos de Israel!» (2 Reyes 13, 14)

  • Pero Yavé tuvo piedad y se compadeció de ellos, volviéndose propicio a ellos, a causa de la Alianza con Abraham, Isaac y Jacob, y no quiso destruirlos totalmente ni echarlos lejos de su rostro. (2 Reyes 13, 23)

  • Ezequías volvió su rostro a la pared y oró a Yavé, diciendo: (2 Reyes 20, 2)

  • Alzando David los ojos vio el Angel que estaba entre el cielo y la tierra con una espada desenvainada en su mano, extendida sobre Jerusalén. Entonces David y los jefes, vestidos con sacos, se postraron rostro en tierra. (1 Crónicas 21, 16)

  • Cuando David llegó junto a Ornán, éste miró y, al verlo, salió de la era para postrarse ante él, rostro en tierra. (1 Crónicas 21, 21)

  • Yavé, Dios mío, no rechaces el rostro de tu Ungido; acuérdate de tus favores a David tu siervo.» (2 Crónicas 6, 42)

  • y mi pueblo, sobre el cual es invocado mi Nombre, se humilla, rezando y buscando mi rostro, y se vuelven de sus malos caminos, yo entonces los oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra. (2 Crónicas 7, 14)

  • Todos los reyes de la tierra querían ver el rostro de Salomón, para probar la sabiduría que Dios había puesto en su corazón. (2 Crónicas 9, 23)

  • Entonces Josafat se inclinó rostro en tierra; y todo Judá y los habitantes de Jerusalén se postraron ante Yavé para adorarlo. (2 Crónicas 20, 18)


“Sejam como pequenas abelhas espirituais, que levam para sua colméia apenas mel e cera. Que, por meio de sua conversa, sua casa seja repleta de docilidade, paz, concórdia, humildade e piedade!” São Padre Pio de Pietrelcina