Encontrados 209 resultados para: Hablar

  • Y añadió: «Quiero hablar contigo.» Ella dijo: «Habla.» Contestó Adonías: (1 Reyes 2, 14)

  • Sus servidores le dijeron: «Hemos oído decir que los reyes de Israel son generosos; deja que nos pongamos sacos en la espalda y sogas en el cuello y vayamos a hablar con el rey de Israel. A lo mejor te perdona la vida.» (1 Reyes 20, 31)

  • El funcionario que había ido a buscar a Miqueas le habló así: «Mira que todos los profetas están de acuerdo en que al rey le irá bien. Procura hablar como ellos y anuncia algo bueno.» (1 Reyes 22, 13)

  • El general pidió hablar con el rey. Este mandó como representante a su mayordomo Elyaquim, al secretario Sobna y al ministro Joaj, hijo de Asaf. (2 Reyes 18, 18)

  • Cuando terminaron de hablar, el rey Ezequías rasgó sus vestiduras, se puso un saco y se fue a la Casa de Yavé. (2 Reyes 19, 1)

  • Te has levantado contra mí, he oído hablar de tu orgullo. Por eso, yo pondré mi anillo en tus narices, mi freno en tu boca, y voy a devolverte por el camino por el que has venido.» (2 Reyes 19, 28)

  • Incluso llegaron a hablar bien de Tobías en mi presencia, al mismo tiempo que le contaban todas mis palabras. Y era éste, Tobías, quien me mandaba cartas para asustarme. (Nehemías 6, 19)

  • de sus hijos, la mitad hablaban asdodeo, pero no sabían ya hablar judío. (Nehemías 13, 24)

  • Ustedes me veían comer y hablar, pero sólo era apariencia. (Tobías 12, 19)

  • Cuando Ajior terminó de hablar, el pueblo reunido en torno a la tienda comenzó a criticar. Los magnates de Holofernes y los habitantes de la costa de Moab hablaron de apalearlo. (Judit 5, 22)

  • Aquellos hombres, al oírla hablar y ver su extraordinaria belleza, le dijeron: (Judit 10, 14)

  • Judit respondió: «Escucha mis palabras para que pueda hablar con libertad ante tu presencia. Esta noche diré sólo la verdad a mi señor. (Judit 11, 5)


“Por que a tentação passada deixa na alma uma certa perturbação? perguntou um penitente a Padre Pio. Ele respondeu: “Você já presenciou um tremor de terra? Quando tudo estremece a sua volta, você também é sacudido; no entanto, não necessariamente fica enterrado nos destroços!” São Padre Pio de Pietrelcina