Encontrados 242 resultados para: Cielos

  • Yavé abrirá para ti los cielos, su rico tesoro, para dar a su tiempo la lluvia que necesiten tus campos, y para mandar la bendición sobre todo cuanto emprendas. Tú prestarás a naciones numerosas y no pedirás prestado a ninguna. (Deuteronomio 28, 12)

  • Yavé no lo perdonará. Su furor y sus celos se encenderán contra este hombre, al que acecharán todas las maldiciones escritas en este libro. Yavé borrará su nombre de debajo de los cielos (Deuteronomio 29, 19)

  • Que los cielos y la tierra escuchen y recuerden lo que acabo de decir; te puse delante la vida o la muerte, la bendición o la maldición. Escoge, pues, la vida para que vivas tú y tu descendencia. (Deuteronomio 30, 19)

  • «Cielos, presten oídos, que voy a hablar, y la tierra toda escuche las palabras de mi boca. (Deuteronomio 32, 1)

  • ¡Que los cielos festejen a su pueblo! ¡Hijos de Dios, póstrense ante él! Porque él venga la sangre de sus siervos y devuelve la venganza a sus adversarios, mientras purifica la tierra de su pueblo.» (Deuteronomio 32, 43)

  • Nadie hay como Dios ¡oh, Israel!, el que atraviesa los cielos para socorrerte, cabalgando majestuoso sobre las nubes. (Deuteronomio 33, 26)

  • Estas noticias nos han asustado, y todos se quedan sin ánimo ante ustedes porque Yavé es Dios arriba en los cielos como abajo en la tierra. (Josué 2, 11)

  • Cuando saliste de Seír, oh Yavé, cuando avanzabas desde el campo de Edom, la tierra tembló, los cielos se tambalearon y las nubes destilaron agua. (Jueces 5, 4)

  • Desde los cielos lucharon las estrellas, desde sus órbitas lucharon contra Sísara. (Jueces 5, 20)

  • Yavé humilla a sus contrarios; él sube a los cielos y truena para juzgar al orbe entero. El fortalece a su rey haciendo sobresalir a su Elegido. (1 Samuel 2, 10)

  • Y la tierra se estremeció y tembló, los cimientos de los cielos se conmovieron, se estremecieron porque él estaba enojado. (2 Samuel 22, 8)

  • Inclinó los cielos y bajó, una oscura nube tenía bajo sus pies. (2 Samuel 22, 10)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina