Evangelio de hoy – Jueves, 25 de abril de 2024 – Marcos 16,15-20 – Biblia Católica

Primera Lectura (1Pedro 5,5b-14)

Lectura de la Primera Carta de San Pedro.

Queridos amigos, revestios todos de humildad en vuestras relaciones mutuas, porque Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes. Por tanto, humillaos, humildemente, bajo la poderosa mano de Dios, para que, en el momento oportuno, él os exalte. Echa todas tus preocupaciones sobre él, ya que él es quien cuida de ti. Sea sobrio y vigilante. Vuestro adversario, el diablo, os rodea como león rugiente, buscando a quien devorar. Resistidlo firmes en la fe, seguros de que semejantes sufrimientos afectan también a vuestros hermanos en todo el mundo. Después de que hayas sufrido un poco, el Dios de toda gracia, que te llamó a su gloria eterna en Cristo, te restaurará y te hará firme, fuerte y seguro. El poder le pertenece a él, por los siglos de los siglos. Amén.

Por Silvano, a quien considero un hermano fiel para vosotros, os envío esta breve carta, para exhortaros y dar fe de que ésta es la verdadera gracia de Dios, en la que estáis firmes. La Iglesia que está en Babilonia, elegida como vosotros, os saluda, al igual que Marcos, mi hijo. Saludaos unos a otros con el abrazo del amor fraternal. La paz sea con todos los que estáis en Cristo.

– Palabra del Señor.

– Gracias a Dios.

Evangelio (Marcos 16,15-20)

— Proclamación del Evangelio de Jesucristo según San Marcos.

— Gloria a ti, Señor.

En aquel tiempo, Jesús se manifestó a los once discípulos, y les dijo: “¡Id por todo el mundo y proclamad el Evangelio a toda criatura! El que crea y sea bautizado, será salvo. El que no crea, será condenado. Las señales los que acompañarán a los que crean serán estos: echarán fuera demonios en mi nombre, hablarán en lenguas nuevas, si toman serpientes o beben algún veneno mortal, no les hará daño cuando impongan sus manos a los enfermos; , serán sanados.” Después de hablar con los discípulos, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios.

Entonces los discípulos salieron y predicaron por todas partes. El Señor los ayudó y confirmó su palabra a través de los signos que la acompañaron.

— Palabra de Salvación.

— Gloria a ti, Señor.

Reflejando la Palabra de Dios

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

Hoy me gustaría comenzar nuestra reflexión con una pregunta: ¿alguna vez te has sentido como una pequeña vela en medio de la oscuridad? A veces la vida puede parecer una sucesión interminable de desafíos y obstáculos, y podemos sentirnos insignificantes ante las adversidades que enfrentamos. Sin embargo, es exactamente en estos momentos que Dios nos llama a brillar intensamente, a ser la luz que disipa las tinieblas que nos rodean.

Nuestra primera lectura de hoy, de la Primera Carta de Pedro (1 Pedro 5,5b-14), nos invita a la humildad, a vestir el manto de la humildad. Pedro nos recuerda que Dios resiste a los soberbios, pero da gracia a los humildes. En un mundo que muchas veces valora la vanidad y la arrogancia, estamos llamados a revestirnos de humildad de corazón, reconociendo que todo lo que tenemos y somos es un don de Dios.

Recuerdo una historia que ilustra este mensaje. Había una vez un famoso pianista a quien, después de un concierto, se le acercó un admirador que le dijo: “¿Cómo puedes tocar tan maravillosamente?”. El pianista respondió humildemente: “Soy sólo un instrumento. Dios es el verdadero músico. Él toca a través de mí”. Esta historia nos recuerda que cuando nos ponemos humildemente en las manos de Dios, Él puede lograr grandes cosas a través de nosotros.

En el Evangelio de Marcos (Marcos 16,15-20), Jesús nos envía a una misión, encargándonos de predicar el Evangelio a todas las criaturas. Él nos manda a ser testigos de su amor y de su mensaje de salvación. Pero, ¿cómo podemos cumplir esta misión en medio de los desafíos e incertidumbres de la vida cotidiana?

Una imagen que me viene a la mente es la de los discípulos de Jesús navegando por un mar embravecido de noche. Lucharon contra las olas, cansados y asustados. Pero entonces aparece Jesús caminando sobre el agua y les dice: “¡Ánimo! Soy yo. No tengáis miedo”. Pedro, con su típica audacia, pide ir al encuentro de Jesús. Sale del barco y empieza a caminar sobre el agua. Sin embargo, cuando Pedro aparta la vista de Jesús y se concentra en las olas que lo rodean, comienza a hundirse.

Esta historia nos enseña que, para cumplir nuestra misión de ser testigos de Cristo, debemos mantener la mirada fija en Jesús. Cuando nos centramos en las dificultades y los desafíos, corremos el riesgo de perder la confianza y hundirnos. Pero cuando nos enfocamos en Jesús, cuando mantenemos nuestro corazón y nuestra mente enfocados en Él, Él nos sostiene y nos permite superar cualquier obstáculo.

Quiero compartir con ustedes la historia de un hombre llamado Juan que experimentó esta verdad en su vida. Juan enfrentó muchas dificultades en su camino, pero siempre mantuvo su fe inquebrantable. Cuando se le preguntó sobre su fuerza, dijo: “Miro a Jesús todos los días. Él es mi roca, mi ancla en medio de la tormenta. Él me da la fuerza para enfrentar cualquier cosa”. Juan entendió que al mantener su mirada fija en Jesús, encontraba el coraje y la esperanza que necesitaba para perseverar.

Queridos hermanos y hermanas, el mensaje central de estos pasajes bíblicos es claro: la humildad nos acerca a Dios y nos permite ser instrumentos de su gracia en el mundo, al fijar nuestra mirada en Jesús, encontramos coraje y fuerza para cumplir nuestra misión como testigos del Evangelio.

Pero, ¿cómo podemos aplicar estos principios a nuestra vida cotidiana? Permítanme compartir algunas orientaciones prácticas:

Primero, cultive la humildad de corazón. Reconoce que todo lo que tienes y eres es un regalo de Dios. Sea agradecido y utilice sus talentos y recursos al servicio de los demás.

Segundo, mantén tus ojos fijos en Jesús. Busque una intimidad profunda con Él a través de la oración, la lectura de la Palabra y la participación en los sacramentos. Permítanle ser el centro de sus vidas y confíen en Él en todas las circunstancias.

En tercer lugar, sed testigos del amor de Cristo en vuestro actuar diario. Busque oportunidades para compartir el Evangelio con quienes lo rodean, ya sea a través de palabras o actos de bondad y compasión. Recuerde que cada encuentro es una oportunidad divina para marcar una diferencia en la vida de alguien.

Y por último, no tengas miedo de las tormentas que se te presenten. Recuerde que Jesús siempre está ahí, incluso cuando las circunstancias parecen sombrías. Confía en Él y sabe que Él es capaz de guiarte y fortalecerte en cada situación.

Queridos hermanos y hermanas, como una vela en medio de la oscuridad, estáis llamados a brillar e iluminar el mundo que os rodea. Que la humildad y la mirada fija en Jesús sean las llamas que impulsen vuestra vida y vuestro testimonio. Que cada paso que des esté guiado por la gracia y el amor divinos.

En este momento, los invito a hacer una pausa en silencio, permitiendo que estas palabras penetren en sus corazones. Considere cómo puede aplicar estos principios en su vida diaria. Piensa en una acción específica que puedas realizar para ser testigo del amor de Cristo esta semana.

Cuando abandones hoy este lugar sagrado, lleva contigo el desafío de vivir como verdaderos discípulos de Jesús. Permitan que Su gracia transforme sus vidas y que Su amor se desborde hacia todos los que los rodean.

Que la humildad, el coraje y la esperanza sean tus compañeros constantes mientras sigues el llamado de Dios. Y que, al final de sus viajes, puedan escuchar las palabras de Jesús: “¡Bien, siervo bueno y fiel!… ¡Entra en el gozo de tu Señor!”.

Que así sea. Que Dios los bendiga ricamente. Amén.