Sabiduría, 3
19. Sí, una raza malvada está condenada a una suerte cruel.
19. Sí, una raza malvada está condenada a una suerte cruel.
El Libro de la Sabiduría 3 habla sobre la vida de los justos después de la muerte y cómo Dios los da la bienvenida en su misericordia. Es un capítulo que trae consuelo a quienes sufren, afirmando que el fin de los justos es la paz y la felicidad eterna. Los versos elegidos, en orden de proximidad a los temas del capítulo, son:
Isaías 57:1-2: "El justo perece, y nadie se refleja en su corazón; los hombres piadosos son raptados, y nadie entiende que los justos son raptados para ser salvados del mal. Tus camas". El verso refuerza la idea de que los justos son salvados el mal y encuentran la paz después de la muerte.
Apocalipsis 7:16-17: "Nunca tendrán hambre, nunca volverán a tener sed; el sol no los afligirá, ni ningún calor abrasador. Porque el cordero en el trono será su pastor; los guiará a los Fuentes de agua viva. Y Dios se limpiará de sus ojos cada lágrima ". Este extracto de Apocalipsis describe la vida eterna como un lugar de saciedad, protección y comodidad para los justos.
Juan 14:2-3: "En la casa de mi padre hay muchas habitaciones; si no fuera así, les habría dicho. Estás donde estoy". Este pasaje de Juan 14 habla sobre la promesa de Jesús de preparar un lugar en el cielo para aquellos que lo siguen.
1 Corintios 15:42-43: "Así es la resurrección de los muertos. El cuerpo se sembra en corrupción, pero se resucita en incorrupción. Se sembra en deshonra pero resucita en gloria. Se sembra en debilidad pero resucita en poder". Este tramo de 1 Corintios describe la transformación del cuerpo de los justos después de la resurrección.
Salmo 23:6: "Ciertamente, la bondad y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y hablaré en la casa del Señor para siempre". El Salmo 23 es un salmo de confianza y esperanza en el cuidado de Dios, lo que lleva a los justos a vivir con él para siempre.
“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina
