1 Crónicas, 10
6. Así murió Saúl con sus tres hijos; y toda su gente murió juntamente con él.
6. Así murió Saúl con sus tres hijos; y toda su gente murió juntamente con él.
1 Crónicas 10 describe la muerte de Saúl y sus hijos en la batalla contra los filisteos. El capítulo destaca la importancia de la obediencia a Dios y la consecuencia de la desobediencia.
2 Samuel 1:14-16: "Entonces David le preguntó al niño que le había traído la noticia: ¿Dónde estás? Ungido del Señor? David llamó a uno de los jóvenes y le dijo que lo consigue y lo mató. Y lo mató. Lo hirió y murió ". David lamenta la muerte de Saúl y ordena la muerte del hombre que dijo que mató a Saúl como un acto de respeto por la posición de Saúl como ungido del Señor.
Deuteronomio 29:29: "Cubrir cosas pertenecen al Señor nuestro Dios, pero los revelados nos pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre, para que podamos cumplir todas las palabras de esta ley". Este versículo destaca la importancia de la obediencia a Dios y Su Palabra, y que hay cosas que no podemos entender completamente, pero debemos confiar en Dios.
1 Samuel 15:23: "Porque la rebelión es como el pecado de la brujería, y la obstinación es como la idolatría y la adoración de los ídolos. Para usted rechazaste la Palabra del Señor, él también te rechazó, para que no puedas ser rey". Este versículo destaca la importancia de la obediencia a Dios y cómo la desobediencia puede conducir al rechazo de Dios.
Romanos 6:23: "Porque el salario del pecado es la muerte, pero el don libre de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor". Este versículo destaca la consecuencia del pecado, que es la muerte, pero también enfatiza el don de Dios de la vida eterna a través de Cristo.
Proverbios 14:12: "Hay una forma en que el hombre parece correcto, pero su fin son los caminos de muerte". Este versículo destaca la importancia de seguir el camino de Dios en lugar de confiar en nuestra propia sabiduría, ya que el camino del hombre puede conducir a la muerte.
“Como Jesus, preparemo-nos a duas ascensões: uma ao Calvário e outra ao Céu. A ascensão ao Calvário, se não for alegre, deve ao menos ser resignada!” São Padre Pio de Pietrelcina
