1. Señor, no me reprendas en tu ira, ni me castigues si estás enojado.

1. Del maestro de coro. Para instrumentos de cuerda. En octava. Salmo. De David.

2. Ten compasión de mí que estoy sin fuerzas; sáname pues no puedo sostenerme.

2. Yahveh, no me corrijas en tu cólera, en tu furor no me castigues.

3. Aquí estoy sumamente perturbado, y tú, Señor, ¿hasta cuándo?...

3. Tenme piedad, Yahveh, que estoy sin fuerzas, sáname, Yahveh, que mis huesos están desmoronados,

4. Vuélvete a mí, Señor, salva mi vida, y líbrame por tu gran compasión.

4. desmoronada totalmente mi alma, y tú, Yahveh, ¿hasta cuándo?

5. Pues, ¿quién se acordará de ti entre los muertos? ¿Quién te alabará donde reina la muerte?

5. Vuélvete, Yahveh, recobra mi alma, sálvame, por tu amor.

6. Extenuado estoy de tanto gemir, cada noche empapo mi cama y con mis lágrimas inundo mi lecho.

6. Porque, en la muerte, nadie de ti se acuerda; en el seol, ¿quién te puede alabar?

7. Mis ojos se consumen de tristeza, he envejecido al ver tantos enemigos.

7. Estoy extenuado de gemir, baño mi lecho cada noche, inundo de lágrimas mi cama;

8. Aléjense de mí, ustedes malvados, porque el Señor oyó la voz de mi llanto.

8. mi ojo está corroído por el tedio, ha envejecido entre opresores.

9. El Señor atendió mi súplica, el Señor recogió mi oración.

9. Apartaos de mí todos los malvados, pues Yahveh ha oído la voz de mis sollozos.

10. ¡Que todos mis contrarios se confundan, y no puedan reponerse, que en un instante se corran, llenos de vergüenza!

10. Yahveh ha oído mi súplica, Yahveh acoge mi oración.

11.

11. ¡Todos mis enemigos, confusos, aterrados, retrocedan, súbitamente confundidos!





“Comunguemos com santo temor e com grande amor.” São Padre Pio de Pietrelcina