Esdras, 7
17. Con este dinero comprarás novillos y corderos con las correspondientes ofrendas de pan y de vino para ofrecerlo luego en el altar del templo de vuestro Dios, en Jerusalén.
17. Con este dinero comprarás novillos y corderos con las correspondientes ofrendas de pan y de vino para ofrecerlo luego en el altar del templo de vuestro Dios, en Jerusalén.
En Ezra 7, el libro presenta a Ezra, un sacerdote y un escriba que recibe una comisión del rey persa para llevar a un grupo de judíos a Jerusalén y restaurar la adoración a Dios. Ezra se presenta como un líder religioso y civil que es hábil en la ley de Dios. Los versos a continuación están relacionados con temas de liderazgo, obediencia a la ley de Dios y la gracia de Dios que permite la restauración.
Nehemías 8:1-3: "Toda la congregación ... le preguntó a Ezra, el escriba, quien trajo el libro de la ley de Moisés ... y leía en él, ante la plaza antes de la puerta de entrada, desde Alvah hasta el mediodía antes hombres y mujeres, y aquellos que podían entender; y los oídos de todas las personas estaban atentos al libro de la ley ". Ezra lleva a la congregación a la Palabra de Dios, y se reúnen para escuchar la ley de Moisés que se lee en voz alta.
Nehemías 8:8: "Leen en el libro, en la ley de Dios, claramente dando explicaciones, para que entendieran lo que se leía". Ezra y otros líderes explican la Palabra de Dios para que las personas puedan entenderla y aplicarla a sus vidas.
Salmo 103:10-11: "No nos trata de acuerdo con nuestros pecados, ni nos recompensa de acuerdo con nuestras iniquidades. Porque como el cielo está elevado por encima de la tierra, su misericordia es grande para quienes lo temen". La gracia de Dios es un tema importante en Ezra 7, ya que es la gracia de Dios la que permite a Ezra y a los judíos regresar a Jerusalén y restaurar la adoración a Dios.
Santiago 1:22: "Y sed de la palabra y no solo oyentes, engañándote con discursos falsos". Ezra y el pueblo de Jerusalén están llamados a obedecer la Palabra de Dios y no solo escucharla.
Nehemías 8:9: "No lloren ni lloren; para todas las personas lloraron, escuchando las palabras de la ley". La Palabra de Dios trae convicción al pueblo, y lloran y se arrepienten de sus pecados.
“Deus nunca me recusou um pedido”. São Padre Pio de Pietrelcina
