19. el horrísimo fragor de rocas que caían de las alturas, la invisible carrera de animales que saltando pasaban, el rugido de las fieras más salvajes, el eco que devolvían las oquedades de las montañas, todo les aterrorizaba y les dejaba paralizados.





“Diante de Deus ajoelhe-se sempre.” São Padre Pio de Pietrelcina