1. Del maestro de coro. De David. En Yahveh me cobijo; ¿cómo decís a mi alma: «Huye, pájaro, a tu monte?

2. «He aquí que los impíos tensan su arco, ajustan a la cuerda su saeta, para tirar en la sombra a los de recto corazón.

3. Si están en ruinas los cimientos, ¿que puede hacer el justo?»

4. Yahveh en su Templo santo, Yahveh, su trono está en los cielos; ven sus ojos el mundo, sus párpados exploran a los hijos de Adán.

5. Yahveh explora al justo y al impío; su alma odia a quien ama la violencia.

6. ¡Llueva sobre los impíos brasas y azufre, y un viento abrasador por porción de su copa!

7. Que es justo Yahveh y lo justo ama, los rectos contemplarán su rostro.





“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina