2. Señor, escucha mis palabras, y a mi queja pon atención.

3. Presta oído a mi clamor, ¡oh mi rey y mi Dios! Pues a ti te imploro, Señor.

4. Desde la mañana oyes mi voz. Desde la mañana te hago promesas y me quedo a la espera.

5. Tú no eres un Dios al que le gusta la maldad, ni el malvado tiene en ti acogida.

6. Los insensatos no aguantan tu mirada, detestas a los que obran la maldad.

7. A los que hablan mentiras los destruyes: Odia el Señor a violentos y embusteros.

8. Pero yo por tu inmensa bondad puedo entrar en tu casa; frente a tu santo templo me prosterno con toda reverencia.

9. Señor, tú que eres justo, guíame: Frente a los que me espían abre ante mí un camino llano.

10. Pues nada de sincero hay en su boca y sólo crímenes hay en su interior. Para halagar tienen buena lengua, mas su garganta se abre para tragar.

11. Castígalos, oh Dios, como culpables, haz que fracasen sus intrigas; échalos por sus crímenes sin cuento, ya que contra ti se han rebelado.

12. Que se alegren cuantos a ti se acogen, que estén de fiesta los que tú proteges, y te celebren los que aman tu nombre.

13. Pues tú, Señor, bendices al justo y como un escudo lo cubre tu favor.





“Padre Pio disse a um filho espiritual: Trabalhe! Ele perguntou: No que devo trabalhar, Padre? Ele respondeu: Em amar sempre mais a Jesus!” São Padre Pio de Pietrelcina