6. Su jefe no fue abatido por jóvenes guerreros, ni lo golpearon hijos de titanes, ni lo atacaron enormes gigantes: lo desarmó Judit, la hija de Merarí, con la hermosura de su rostro.





“Deve-se caminhar em nuvens cada vez que se termina uma confissão!” São Padre Pio de Pietrelcina