Encontrados 13 resultados para: elegía

  • David cantó una elegía sobre Saúl y su hijo Jonatán. (II Samuel 1, 17)

  • El rey cantó esta elegía sobre Abner: "¿Debía morir Abner como muere un insensato? (II Samuel 3, 33)

  • Alzad sobre los montes llantos y lamentos, una elegía por los pastizales de la estepa, pues han sido abrasados y nadie pasa ya por ellos ni se siente el mugir de los ganados. Aves del cielo y animales han huido, se han ido. (Jeremías 9, 9)

  • y se apresten a entonar una elegía sobre nosotros. Destilen nuestros ojos lágrimas, derramen llanto nuestros párpados. (Jeremías 9, 17)

  • ¡Vosotras, mujeres, escuchad la palabra del Señor, reciban vuestros oídos la palabra de su boca! Enseñad a vuestras hijas esta elegía, decíos unas a otras esta lamentación: (Jeremías 9, 19)

  • Y tú entona una elegía sobre los príncipes de Israel (Ezequiel 19, 1)

  • Y entonarán sobre ti esta elegía: ¡Ah! ¡Cómo has caído, desaparecido de los mares, tú, la ciudad famosa, tan poderosa en el mar, con tus habitantes, los que infundían su terror a los del continente! (Ezequiel 26, 17)

  • "Hijo de hombre, entona una elegía sobre Tiro. (Ezequiel 27, 2)

  • En su dolor entonarán por ti una elegía, lanzarán estos lamentos: ¿Quién era como Tiro, que ahora está muda en medio del mar? (Ezequiel 27, 32)

  • "Hijo de hombre, entona una elegía sobre el príncipe de Tiro. Le dirás: Esto dice el Señor Dios: Tú eras el dechado de la perfección, lleno de sabiduría y de espléndida belleza. (Ezequiel 28, 12)

  • "Hijo de hombre, entona una elegía sobre el Faraón, rey de Egipto. Le dirás: ¡León entre las gentes, ya estás aniquilado! Eras como un cocodrilo en el agua, agitabas los ríos con el soplo de tus narices, enturbiabas las aguas con tus patas, removías sus corrientes. (Ezequiel 32, 2)

  • Tal es la elegía que cantarán las hijas de las naciones, la cantarán sobre Egipto y sobre todo su pueblo, dice el Señor Dios. (Ezequiel 32, 16)


“Não se desencoraje se você precisa trabalhar muito para colher pouco. Se você pensasse em quanto uma só alma custou a Jesus, você nunca reclamaria!” São Padre Pio de Pietrelcina