Encontrados 24 resultados para: cuyos

  • Ramo de vid fecunda es José, ramo de vid frondosa junto a la fuente, cuyos vástagos se extienden sobre el muro. (Génesis 49, 22)

  • Nebo y Baal Meón, cuyos nombres fueron cambiados, y Sibmá. Dieron nuevos nombres a las ciudades que habían edificado. (Números 32, 38)

  • Booz, con cuyos segadores has estado, es nuestro pariente. Mira, esta tarde él limpiará en su era. (Rut 3, 2)

  • En Betel vivía un profeta anciano, cuyos hijos fueron a contarle todo lo que había hecho el hombre de Dios aquel día en Betel y las palabras que había dirigido al rey. Se lo contaron, (I Reyes 13, 11)

  • Y si me decís: Confiamos en el Señor, nuestro Dios, ¿no es aquel cuyas colinas y cuyos altares ha suprimido Ezequías, diciendo a Judá y a Jerusalén: Sólo debéis postraros ante este altar en Jerusalén? (II Reyes 18, 22)

  • De los de Adonicán, los últimos, cuyos nombres son éstos: Elifélet, Yeiel y Semayas, y con ellos sesenta varones. (Esdras 8, 13)

  • Pero ahora hacen burla de mí los que son más jóvenes que yo, cuyos padres yo no me dignaba mezclar con los perros de mi ganado. (Job 30, 1)

  • raza cuyos dientes son espadas y cuchillos sus molares para devorar a los humildes de la tierra y acabar con los pobres del país. (Proverbios 30, 14)

  • Ay de ti, tierra, que tienes por rey un niño, y cuyos príncipes banquetean desde la mañana! (Eclesiastés 10, 16)

  • Dichosa tú, tierra, que tienes por rey un hijo de nobles, y cuyos príncipes comen a su tiempo para recobrar fuerzas, y no para beber! (Eclesiastés 10, 17)

  • porque tuvieron por dioses a todos los ídolos de los gentiles, cuyos ojos no les sirven para ver, ni sus narices para respirar, ni sus oídos para oír, ni los dedos de sus manos para tocar, y cuyos pies están paralizados. (Sabiduría 15, 15)

  • Ni hubo hombre semejante a José, jefe de sus hermanos, apoyo del pueblo, cuyos huesos fueron tratados con respeto. (Eclesiástico 49, 15)


“O temor e a confiança devem dar as mãos e proceder como irmãos. Se nos damos conta de que temos muito temor devemos recorrer à confiança. Se confiamos excessivamente devemos ter um pouco de temor”. São Padre Pio de Pietrelcina