Encontrados 63 resultados para: alas

  • Habéis visto cómo he tratado a los egipcios y cómo os he llevado sobre alas de águila y os he traído hasta mí. (Exodo 19, 4)

  • Los querubines tendrán sus alas extendidas hacia arriba cubriendo con ellas el propiciatorio, estando sus rostros uno frente al otro y mirando hacia el propiciatorio. (Exodo 25, 20)

  • con las alas extendidas hacia arriba, cubriendo con ellas el propiciatorio, y sus rostros uno frente al otro, mirando al propiciatorio. (Exodo 37, 9)

  • Como el águila, que incita a su nidada revoloteando sobre sus polluelos, así desplegó él sus alas y los tomó, los llevó sobre sus plumas. (Deuteronomio 32, 11)

  • Que el Señor pague tu acción y que tu recompensa sea grande ante el Señor, Dios de Israel, bajo cuyas alas has venido a refugiarte". (Rut 2, 12)

  • Montó sobre un querubín, emprendió el vuelo; sobre las alas del viento planeaba. (II Samuel 22, 11)

  • Cada una de las dos alas de los querubines medía dos metros y medio, o sea, cinco metros de un extremo a otro. (I Reyes 6, 24)

  • Colocó los querubines en el centro del lugar santísimo y allí estaban con las alas desplegadas, de modo que un ala de uno tocaba en la pared y un ala del otro tocaba la pared opuesta; las otras dos alas se tocaban una a otra en medio del edificio. (I Reyes 6, 27)

  • Los sacerdotes pusieron el arca de la alianza del Señor en el lugar santísimo del templo, bajo las alas de los querubines, (I Reyes 8, 6)

  • pues los querubines tenían las alas extendidas sobre el lugar del arca, cubriendo el arca y sus barras. (I Reyes 8, 7)

  • los lingotes de oro puro destinados para el altar de los perfumes. Le dejó el modelo del carro de los querubines de oro que cubren con sus alas desplegadas el arca de la alianza del Señor; (I Crónicas 28, 18)

  • Las alas de los querubines tenían en conjunto diez metros de largas; cada ala medía dos metros y medio. Un ala rozaba con la pared y la otra con el ala del otro querubín. (II Crónicas 3, 11)


“É necessário manter o coração aberto para o Céu e aguardar, de lá, o celeste orvalho.” São Padre Pio de Pietrelcina