Encontrados 15 resultados para: Obededón

  • Por eso no quiso llevar el arca del Señor a su casa, a la ciudad de David, y la llevó a casa de Obededón de Gat. (II Samuel 6, 10)

  • El arca del Señor estuvo tres meses en casa de Obededón de Gat, y el Señor bendijo a Obededón y a toda su casa. (II Samuel 6, 11)

  • Cuando contaron al rey David que el Señor había bendecido a Obededón y todas sus cosas a causa del arca de Dios, David fue y trasladó el arca de Dios de casa de Obededón a la ciudad de David con gran júbilo. (II Samuel 6, 12)

  • Y David no llevó el arca a su casa, a la ciudad de David, sino que la llevó a casa de Obededón, de Gat. (I Crónicas 13, 13)

  • Allí, en la casa de Obededón, permaneció el arca de Dios durante tres meses. Y el Señor bendijo la casa de Obededón y todas sus cosas. (I Crónicas 13, 14)

  • Después de ellos, en segundo lugar, estaban sus hermanos: Zacarías, Yaziel, Semiramot, Yejiel, Uní, Eliab, Benayas, Maaseyas, Matatías, Eliflehú, Micneyas, Obededón y Yeiel, porteros; (I Crónicas 15, 18)

  • Matatías, Eliflehú, Micneyas, Obededón, Yejiel y Azazías tocaban cítaras a la octava; (I Crónicas 15, 21)

  • Sebanías, Josafat, Natanael, Amasay, Zacarías, Benayas y Eliezer, sacerdotes, tocaban la trompeta delante del arca de Dios. Obededón y Yejías eran también porteros del arca. (I Crónicas 15, 24)

  • David, los ancianos de Israel y los jefes de millares fueron con gran alegría a trasladar el arca de la alianza del Señor desde la casa de Obededón. (I Crónicas 15, 25)

  • Asaf era el jefe; Zacarías, el segundo; seguían Uziel, Semiramot, Yejiel, Matatías, Eliab, Benayas, Obededón y Yeiel; éstos tocaban la lira y la cítara, mientras Asaf sonaba los címbalos. (I Crónicas 16, 5)

  • y estableció a Obededón, hijo de Yedutún, a Josá y a sus sesenta y ocho hermanos como porteros. (I Crónicas 16, 38)

  • Hijos de Obededón: Semayas, el primogénito; Yehozabad, el segundo; Yoaj, el tercero; Sacar, el cuarto; Natanael, el quinto; (I Crónicas 26, 4)


“Quando a videira se separa da estaca que a sustenta, cai, e ao ficar na terra apodrece com todos os cachos que possui. Alerta, portanto, o demônio não dorme!” São Padre Pio de Pietrelcina