Encontrados 14 resultados para: valerosos

  • ¡Sed fuertes y valerosos!, no temáis ni os asustéis ante ellos, porque Yahveh tu Dios marcha contigo: no te dejará ni te abandonará.» (Deuteronomio 31, 6)

  • Cayeron de Benjamín 18.000 hombres, todos ellos hombres valerosos. (Jueces 20, 44)

  • El tota de los benjaminitas que cayeron aquel día fue de 25.000 hombres, armados de espada, todos ellos hombres valerosos. (Jueces 20, 46)

  • Y ahora tened fortaleza y sed valerosos, pues murió Saúl, vuestro señor, pero la casa de Judá me ha ungido a mí por rey suyo.» (II Samuel 2, 7)

  • Y ordenó a sus criados: «Estad atentos: cuando el corazón de Amnón esté alegre por el vino y yo os diga: "Herid a Amnón", le mataréis. No tengáis temor, porque os lo mando yo. Cobrad ánimo y sed valerosos.» (II Samuel 13, 28)

  • Y sucederá que incluso los más valientes, cuyo corazón es como corazón de león, perderán el ánimo, porque todo Israel sabe que tu padre es esforzado y que son valerosos los que están con él. (II Samuel 17, 10)

  • y le dijeron: «Hay entre tus siervos cincuenta hombres valerosos; que vayan a buscar a tu señor, no sea que el espíritu de Yahveh se lo haya llevado y le haya arrojado en alguna montaña o algún valle.» El dijo: «No mandéis a nadie.» (II Reyes 2, 16)

  • He aquí los jefes de sus casas paternas: Efer, Yisi, Eliel, Azriel, Jeremías, Hodavías y Yajdiel, hombres valerosos, gente famosa, jefes de sus casas paternas. (I Crónicas 5, 24)

  • De los hijos de Simeón, hombres valerosos para la guerra, 7.100. (I Crónicas 12, 26)

  • A su hijo Semaáis le nacieron hijos, que se impusieron en sus familias paternas, pues eran hombres valerosos. (I Crónicas 26, 6)

  • Hijos de Semaáis: Otní, Rafael, Obed, Elzabad y sus hermanos, hombres valerosos, Elihú y Semakías. (I Crónicas 26, 7)

  • Meselemías tuvo hijos y hermanos, dieciocho hombres valerosos. (I Crónicas 26, 9)


“Dirás tu o mais belo dos credos quando houver noite em redor de ti, na hora do sacrifício, na dor, no supremo esforço duma vontade inquebrantável para o bem. Este credo é como um relâmpago que rasga a escuridão de teu espírito e no seu brilho te eleva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina