Encontrados 64 resultados para: refugio

  • y salvará la comunidad al homicida de la mano del vengador de la sangre. Le hará volver la comunidad a la ciudad de asilo en la que se refugió y en ella vivirá hasta que muera el Sumo Sacerdote ungido con el óleo santo. (Números 35, 25)

  • Dirá entonces: ¿Dónde están sus dioses, roca en que buscaban su refugio, (Deuteronomio 32, 37)

  • El Dios de antaño es tu refugio, estás debajo de los brazos eternos. El expulsa ante ti al enemigo, y dice: ¡Destruye! (Deuteronomio 33, 27)

  • Yéndose de allí David se refugió en la caverna de Adullam. Lo supieron sus hermanos y toda la casa de su padre y bajaron allí, junto a él. (I Samuel 22, 1)

  • Los dejó con el rey de Moab, y se quedaron con él todo el tiempo que David estuvo en el refugio. (I Samuel 22, 4)

  • El profeta Gad dijo a David: «No te quedes en el refugio. Vete y penetra en las tierras de Judá.» Partió David y entró en el bosque de Jéret. (I Samuel 22, 5)

  • David se lo juró a Saúl. Saúl se fue a su casa y David y sus hombres subieron al refugio. (I Samuel 24, 23)

  • Cuando los filisteos oyeron que David había sido ungido rey de Israel, subieron todos en busca de David. Lo supo David y bajó al refugio. (II Samuel 5, 17)

  • No he habitado en una casa desde el día en que hice subir a los israelitas de Egipto hasta el día de hoy, sino que he ido de un lado para otro en una tienda, en un refugio. (II Samuel 7, 6)

  • mi Dios, la peña en que me amparo, mi escudo y fuerza de mi salvación, mi ciudadela y mi refugio, mi salvador que me salva de la violencia. (II Samuel 22, 3)

  • David estaba en el refugio y había en Belén un puesto de filisteos. (II Samuel 23, 14)

  • Llegó la noticia a Joab; como Joab se había inclinado por Adonías, aunque no se había inclinado por Absalón, se refugió Joab en la Tienda de Yahveh y se agarró a los cuernos del altar. (I Reyes 2, 28)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina