Encontrados 124 resultados para: tinieblas

  • La tierra era algo informe y vacío, las tinieblas cubrían el abismo, y el soplo de Dios aleteaba sobre las aguas. (Génesis 1, 2)

  • Dios vio que la luz era buena, y separó la luz de las tinieblas; (Génesis 1, 4)

  • y llamó Día a la luz y Noche a las tinieblas. Así hubo una tarde y una mañana: este fue el primer día. (Génesis 1, 5)

  • para presidir el día y la noche, y para separar la luz de las tinieblas. Y Dios vio que esto era bueno. (Génesis 1, 18)

  • Cuando oyeron la voz que salía de las tinieblas, mientras la montaña ardía envuelta en llamas, todos ustedes, jefes de tribu y ancianos, se acercaron a mí (Deuteronomio 5, 23)

  • Él protege los pasos de sus fieles, pero los malvados desaparecerán en las tinieblas, porque el hombre no triunfa por su fuerza. (I Samuel 2, 9)

  • Se envolvió en un manto de tinieblas; un oscuro aguacero y espesas nubes lo cubrían como un toldo; (II Samuel 22, 12)

  • tú eres mi lámpara, Señor; Dios mío, tú iluminas mis tinieblas. (II Samuel 22, 29)

  • Porque la limosna libra de la muerte e impide caer en las tinieblas: (Tobías 4, 10)

  • Una vez que hayas enterrado a tu madre junto a mí, parte el mismo día y no te quedes más en este país, donde veo que se cometen desvergonzadamente la iniquidad y el engaño. Mira, hijo mío, todo lo que hizo Nadab con Ajicar, que lo había criado. ¿Acaso no lo sepultó en vida? Pero Dios hizo pagar su infamia al criminal, porque Ajicar salió a la luz, mientras que Nadab entró en las tinieblas eternas, por haber tramado la muerte de Ajicar. A causa de sus limosnas, Ajicar se libró de la trampa mortal que le había tendido Nadab, y este cayó en ella para su perdición. (Tobías 14, 10)

  • ¡Era un día de oscuridad y tinieblas! Había tribulación y angustia, aflicción y una gran agitación sobre la tierra. (Ester 11, 8)

  • ¡Que aquel día se convierta en tinieblas! Que Dios se despreocupe de él desde lo alto y no brille sobre él ni un rayo de luz. (Job 3, 4)


“Se quisermos colher é necessário não só semear, mas espalhar as sementes num bom campo. Quando as sementes se tornarem plantas, devemos cuidá-las para que as novas plantas não sejam sufocadas pelas ervas daninhas.” São Padre Pio de Pietrelcina