Encontrados 11 resultados para: adiestrados
Eran cerca de cuarenta mil guerreros adiestrados, que avanzaban delante del Señor, preparados para combatir en la llanura de Jericó. (Josué 4, 13)
De toda esa tropa, setecientos hombres eran guerreros adiestrados, ambidextros, y capaces de arrojar la piedra de su honda contra un cabello, sin errar el tiro. (Jueces 20, 16)
Diez mil guerreros adiestrados de todo Israel llegaron frente a Guibeá. El combate se hizo muy encarnizado, sin que los benjaminitas advirtieran el desastre que se les venía encima. (Jueces 20, 34)
Mientras tanto, Roboám llegó a Jerusalén y convocó a toda la casa de Judá y a la tribu de Benjamín -ciento ochenta mil guerreros adiestrados- para ir a combatir contra la casa de Israel y restituir el reino a Roboám, hijo de Salomón. (I Reyes 12, 21)
Los hijos de Rubén, los de Gad y la mitad de la tribu de Manasés, eran muy valientes, llevaban escudo y espada y manejaban el arco. Los que estaban adiestrados para la guerra formaban un ejército de cuarenta y cuatro mil setecientos sesenta hombres. (I Crónicas 5, 18)
Aquí están las clases de los sacerdotes y levitas para todo el servicio de la Casa de Dios. En todo este trabajo contarás con la ayuda de obreros adiestrados para cualquier tipo de tareas. También los jefes y todo el pueblo estarán a tus órdenes". (I Crónicas 28, 21)
Roboám llegó a Jerusalén y convocó a la casa de Judá y a Benjamín -ciento ochenta mil guerreros adiestrados- para ir a combatir contra Israel y recuperar el reino. (II Crónicas 11, 1)
Ellos veían, en cambio, que el campamento de los paganos era poderoso y estaba bien fortificado, rodeado de la caballería y con hombres adiestrados para la guerra. (I Macabeos 4, 7)
El número de sus fuerzas era de cien mil soldados, veinte mil jinetes y treinta y dos elefantes adiestrados para la guerra. (I Macabeos 6, 30)
todos ellos provistos de espada, adiestrados para el combate, cada uno con su espada a la cintura por temor a los peligros de la noche. (Cantar 3, 8)
Es verdad que toda corrección, en el momento de recibirla, es motivo de tristeza y no de alegría; pero más tarde, produce frutos de paz y de justicia en los que han sido adiestrados por ella. (Hebreos 12, 11)