Encontrados 10 resultados para: Jananí

  • La palabra del Señor llegó entonces a Jehú, hijo de Jananí, contra Basá, en estos términos: (I Reyes 16, 1)

  • Además, por medio del profeta Jehú, hijo de Jananí, la palabra del Señor fue dirigida a Basá y a su casa, por todo el mal que este había hecho a los ojos del Señor, provocando su indignación con la obra de sus manos, hasta el punto de llegar a ser como la casa de Jeroboám, y también por haber exterminado su estirpe. (I Reyes 16, 7)

  • De Hemán: los hijos de Hemán, a saber, Buquías, Matanías, Uziel, Sebuel, Ierimot, Jananías, Jananí, Eliatá, Guidaltí, Romantí Ezer, Iosbecasá, Malotí, Hotir y Majaziot. (I Crónicas 25, 4)

  • la decimoctava sobre Jananí, con sus hijos y hermanos: doce en total; (I Crónicas 25, 25)

  • En aquel tiempo, el vidente Jananí se presentó ante Asá, rey de Judá, y le dijo: "Por haberte apoyado en el rey de Arám en vez de apoyarte en el Señor, tu Dios, el ejército del rey de Arám se te ha escapado de las manos. (II Crónicas 16, 7)

  • le salió al encuentro Jehú, hijo de Jananí, el vidente, y le dijo: "¿Tenías que ayudar al impío y favorecer a los que odian al Señor? Por eso has atraído sobre ti la cólera del Señor. (II Crónicas 19, 2)

  • El resto de los hechos de Josafat, desde el comienzo hasta el fin, están escritos en las Memorias de Jehú, hijo de Jananí, que se encuentran incluidas en el Libro de los reyes de Israel. (II Crónicas 20, 34)

  • llegó Jananí, uno de mis hermanos, con algunos hombres de Judá. Yo les pregunté por los judíos -el resto que había sobrevivido al cautiverio- y por Jerusalén. (Nehemías 1, 2)

  • Puse al frente de Jerusalén a mi hermano Jananí, y designé a Ananías comandante de la ciudadela, porque era un hombre de confianza y temeroso de Dios, más que muchos otros. (Nehemías 7, 2)

  • con sus hermanos Semaías, Azarel, Milalai, Guilalai, Maai, Netanel, Judá y Jananí, provistos de los instrumentos musicales de David, hombre de Dios. Y el escriba Esdras iba al frente de todos ellos. (Nehemías 12, 36)


“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina