Encontrados 49 resultados para: Ester

  • Mardoqueo había criado a Hadasá -es decir, a Ester- hija de un tío suyo, que había quedado huérfana de padre y madre. La joven era muy hermosa y atractiva, y a la muerte de sus padres, Mardoqueo la había adoptado como hija. (Ester 2, 7)

  • Al publicarse la orden y el edicto del rey, y una vez que fueron reunidas muchas jóvenes en la ciudadela de Susa, bajo el cuidado de Hegué, también Ester fue llevada a la casa del rey y confiada a Hegué, el encargado de las mujeres. (Ester 2, 8)

  • Ester no había manifestado de qué pueblo ni de qué familia era, porque Mardoqueo le había ordenado que no lo manifestara. (Ester 2, 10)

  • Y todos los días, este iba y venía frente al patio del harén, para saber cómo se encontraba Ester y cómo la trataban. (Ester 2, 11)

  • Cuando le tocó el turno a Ester, hija de Abijáil -que era tío de Mardoqueo, su padre adoptivo- ella no pidió nada fuera de lo que le indicó Hegué, el eunuco del rey encargado de las mujeres. Ester se ganaba la simpatía de todos los que la veían. (Ester 2, 15)

  • Él se enamoró de Ester más que de todas las otras mujeres y ella se ganó su favor más que todas las demás jóvenes. El rey puso la diadema real sobre su cabeza y la proclamó reina en lugar de Vasti. (Ester 2, 17)

  • Luego ofreció un gran banquete a todos sus oficiales y servidores -el banquete de Ester- y además concedió franquicias a todas las provincias y otorgó regalos con la liberalidad digna de un rey. (Ester 2, 18)

  • Ester, por su parte, no había manifestado de qué familia ni de qué pueblo era, de acuerdo con lo que le había ordenado Mardoqueo, porque ella seguía cumpliendo sus órdenes como cuando estaba bajo su tutela. (Ester 2, 20)

  • Al enterarse del plan, Mardoqueo informó a la reina Ester, y ella, a su vez, le habló al rey por encargo de Mardoqueo. (Ester 2, 22)

  • Las doncellas y los eunucos de Ester fueron a comunicárselo, y la reina se estremeció de angustia. Luego envió ropa a Mardoqueo para que se quitara el sayal y se vistiera, pero él no quiso saber nada. (Ester 4, 4)

  • Entonces Ester llamó a Hatac, uno de los eunucos que el rey había puesto a su servicio, y lo mandó a ver a Mardoqueo a fin de averiguar qué pasaba y por qué hacía eso. (Ester 4, 5)

  • También le dio una copia del texto del decreto que se había promulgado en Susa ordenando ese exterminio. Él debía mostrárselo a Ester, informarla de todo y ordenarle que se presentara ante el rey para implorarle gracia y suplicarle en favor de su pueblo. (Ester 4, 8)


“Amemos ao próximo. Custa tão pouco querer bem ao outro.” São Padre Pio de Pietrelcina