Encontrados 29 resultados para: libres

  • «Muy bien -dijo él-, sea como ustedes han dicho. Aquél a quien se le encuentre el objeto será mi esclavo, pero ustedes quedarán libres.» (Génesis 44, 10)

  • A ti clamaban y quedaban libres, su espera puesta en ti no fue fallida. (Salmos 22, 6)

  • y su justicia da a los oprimidos, proporciona su pan a los hambrientos. El Señor deja libres a los presos. (Salmos 146, 7)

  • Y desde ahora y para siempre hago a todos los judíos libres de los tributos, del impuesto de la sal y de las coronas. (1 Macabeos 10, 29)

  • Concedo la libertad gratuitamente a todos los cautivos que fueron llevados de Judea a todo mi reino. A todos los hago libres de los impuestos que me deben por sus ganados. (1 Macabeos 10, 33)

  • Jonatán pidió al rey que dejara libres de tributos a Judea y a los tres distritos de Samaria, prometiéndole en cambio trescientos talentos. (1 Macabeos 11, 28)

  • Apenas el Macabeo lo supo, reunió a los jefes del pueblo y acusó a esos hombres por haber vendido a sus hermanos por dinero y haber dejado escapar libres a sus enemigos. (2 Macabeos 10, 21)

  • Pero ni aun así están libres de culpa: (Sabiduría 13, 8)

  • Un servidor inteligente tendrá por servidores hombres libres, y las personas sensatas no tendrán nada que decir. (Sirácides (Eclesiástico) 10, 25)

  • Los habitantes de estas costas temblarán y dirán: «¡Miren lo que le ha ocurrido a aquel en quien confiábamos, y a quien acudíamos en busca de protección, para vernos seguros y libres del rey de Asiria! Y ahora, ¿cómo nos vamos a salvar nosotros?» (Isaías 20, 6)

  • Aquel día, los sordos oirán las palabras de un libro, y libres de la sombra y de las tinieblas, los ojos de los ciegos volverán a ver. (Isaías 29, 18)

  • ¿No saben cuál es el ayuno que me agrada? Romper las cadenas injustas, desatar las amarras del yugo, dejar libres a los oprimidos y romper toda clase de yugo. (Isaías 58, 6)


“Não queremos aceitar o fato de que o sofrimento é necessário para nossa alma e de que a cruz deve ser o nosso pão cotidiano. Assim como o corpo precisa ser nutrido, também a alma precisa da cruz, dia a dia, para purificá-la e desapegá-la das coisas terrenas. Não queremos entender que Deus não quer e não pode salvar-nos nem santificar-nos sem a cruz. Quanto mais Ele chama uma alma a Si, mais a santifica por meio da cruz.” São Padre Pio de Pietrelcina