Encontrados 15 resultados para: juzguen

  • Si tratas mal a mis hijas o si tomas otras mujeres fuera de ellas, no serán los hombres los que te juzguen, sino Dios que es testigo de nuestro pacto.» (Génesis 31, 50)

  • Cuando juzguen, no se dejarán influenciar por persona alguna, sino que escucharán lo mismo al pobre que al rico, al poderoso que al débil, y no tendrán miedo de nadie, pues el juicio es cosa de Dios. Si un problema les resulta demasiado difícil, me lo pasarán a mí, y yo lo veré . (Deuteronomio 1, 17)

  • Establecerás jueces y magistrados para tus tribus en cada una de las ciudades que Yavé te dé, para que juzguen al pueblo según la justicia. (Deuteronomio 16, 18)

  • Cuando haya pleito o contienda entre dos hombres, se recurrirá a los jueces para que juzguen. Se declarará justo al que lo es y se condenará al culpable. (Deuteronomio 25, 1)

  • Acérquense, habitantes de Jerusalén, y hombres de Judá: juzguen ahora entre mi viña y yo. (Isaías 5, 3)

  • Una coalición de pueblos vendrán del norte para asaltarte con sus carros y carretas. Se lanzarán contra ti de todas partes con sus escudos, armas y cascos, les encargaré que te juzguen y te juzgarán según sus leyes. (Ezequiel 23, 24)

  • Esto es lo que deben hacer: Díganse la verdad unos a otros, y cuando juzguen, pronuncien sentencias justas; (Zacarías 8, 16)

  • No juzguen a los demás y no serán juzgados ustedes. (Evangelio según San Mateo 7, 1)

  • Porque de la misma manera que ustedes juzguen, así serán juzgados, y la misma medida que ustedes usen para los demás, será usada para ustedes. (Evangelio según San Mateo 7, 2)

  • No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. (Evangelio según San Lucas 6, 37)

  • No juzguen por las apariencias, sino que juzguen lo que es justo.» (Evangelio según San Juan 7, 24)

  • Pedro y Juan les respondieron: «Juzguen ustedes si es correcto delante de Dios que les hagamos caso a ustedes, en vez de obecedecer a Dios. (Hecho de los Apóstoles 4, 19)


“Há alegrias tão sublimes e dores tão profundas que não se consegue exprimir com palavras. O silêncio é o último recurso da alma, quando ela está inefavelmente feliz ou extremamente oprimida!” São Padre Pio de Pietrelcina