Encontrados 67 resultados para: contar

  • Multiplicaré tu descendencia como el polvo de la tierra, de tal manera, que si se pudiera contar el polvo de la tierra, también se podría contar tu descendencia. (Génesis 13, 16)

  • El Angel de Yavé añadió: «Multiplicaré de tal manera tu descendencia, que no se podrá contar". (Génesis 16, 10)

  • Pero eres tú quien me dijo: Te colmaré de bienes y tu descendencia será como la arena del mar, que nadie puede contar.» (Génesis 32, 13)

  • Al ver el jefe de los panaderos que José había dado una interpretación favorable, le dijo: «Voy a contar ahora mi sueño: Había tres canastos de pan blanco sobre mi cabeza. (Génesis 40, 16)

  • El total de personas que entraron con Jacob en Egipto, todos descendientes suyos, era de sesenta y seis personas, sin contar las mujeres de sus hijos. (Génesis 46, 26)

  • Así podrás contar a tus hijos y a tus nietos cuántas veces he destrozado a los egipcios y cuántos prodigios he obrado contra ellos; así conocerán ustedes que yo soy Yavé.» (Exodo 10, 2)

  • Los hijos de Israel partieron de Ramsés a Sucot en número de unos seiscientos mil hombres, sin contar a los niños. (Exodo 12, 37)

  • Para ser purificada de su derrame, esta persona deberá contar siete días; después lavará sus vestidos, se bañará en agua fresca y quedará pura. (Levítico 15, 13)

  • Los que murieron víctimas del castigo llegaron a la cifra de catorce mil setecientos, sin contar a los que habían muerto por culpa de Coré. (Números 17, 14)

  • ¡Lo veo de lo alto de los riscos y lo contemplo de lo alto de las colinas: ese pueblo vive aparte no se lo puede contar entre las naciones! (Números 23, 9)

  • ¿Quién podrá calcular el polvo de Jacob y contar aunque sea una cuarta parte de Israel? ¡Que muera yo con la muerte de los justos y que mi fin sea como él de ellos!" (Números 23, 10)

  • Los pastos se extenderán hasta quinientos metros alrededor de las ciudades que entreguen a los levitas, a contar desde las murallas. (Números 35, 4)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina