Encontrados 36 resultados para: conozco
Yavé dijo: «He visto la humillación de mi pueblo en Egipto, y he escuchado sus gritos cuando lo maltrataban sus mayordomos. Yo conozco sus sufrimientos, (Exodo 3, 7)
Respondió Faraón: «¿Quién es Yavé para que yo le haga caso y deje salir a Israel? No conozco a Yavé y no dejaré salir a Israel.» (Exodo 5, 2)
Moisés dijo a Yavé: «Tú me mandas que encabece a este pueblo, y no me das a conocer a quién enviarás conmigo. Sin embargo, me has dicho: Te conozco por tu nombre, y te he mirado con buenos ojos. (Exodo 33, 12)
Yavé contestó a Moisés: «También esto que me acabas de pedir, lo haré, pues te di mi preferencia y te conozco por tu nombre.» (Exodo 33, 17)
Han sido rebeldes a Yavé desde el día que yo los conozco. (Deuteronomio 9, 24)
Y cuando les sucedan males y calamidades sin número, este cántico dará testimonio contra ellos, ya que sus descendientes no lo olvidarán. Pues conozco esa gente y no se me escapan sus malas disposiciones cuando todavía no han entrado en la tierra que les tengo prometida.» (Deuteronomio 31, 21)
Porque yo conozco su espíritu rebelde y su cabeza dura. Si hoy, que vivo yo entre ustedes, son rebeldes a Yavé, ¿cuánto más lo serán después de mi muerte? (Deuteronomio 31, 27)
El que fue capaz de decir a sus padres: «A ustedes no los conozco»; y no les hizo caso a sus hermanos e hijos. Están a cargo de tus palabras y cuidan de tu Alianza. (Deuteronomio 33, 9)
Eliab, su hermano mayor, al oírlo hablar así con la gente, se indignó contra David y le dijo: «¿Por qué has venido aquí y a quién dejaste el rebaño en el desierto? Conozco tu atrevimiento y tu maldad. (1 Samuel 17, 28)
pero ¿cómo recuperará ese dinero si no conozco a ese hombre, ni él a mí? ¿Qué señal le daré para que me reconozca, me crea y me entregue el dinero? Además desconozco el camino para llegar a Media.» (Tobías 5, 2)
El respondió: «Sí, he ido muchas veces y conozco bien los caminos. Allá he sido huésped de Gabael, nuestro hermano, que vive en Ragués de Media.» Tobías le dijo: (Tobías 5, 6)
Tobit exclamó: «Que te conserves sano y salvo, hermano. No te enojes porque he querido conocer la verdad acerca de tu familia. Eres de nuestra parentela, de clase buena y honrada. Conozco a Ananías y a Natán, hijos de Semeías, el grande. Ibamos a Jerusalén y rezábamos juntos allí; ellos nunca cayeron en el error cuando se desviaron sus hermanos; tus hermanos son buenos, tu raza es noble. ¡Bien venido seas!» (Tobías 5, 14)
