Encontrados 12 resultados para: ardientes

  • Entonces Dios mandó contra el pueblo serpientes-ardientes. Muchos de los Israelitas murieron por sus mordeduras. (Números 21, 6)

  • Un resplandor iba delante de él, brasas ardientes lo alumbraban. (2 Samuel 22, 13)

  • que lluevan sobre ellos brasas ardientes, que los eches al abismo y no salgan. (Salmos 140, 11)

  • Cuando estuvieron ardientes, ordenó que cortaran la lengua al que había hablado en nombre de todos, le arrancaran la piel de la cabeza y le cortaran pies y manos a la vista de sus hermanos y de su madre. (2 Macabeos 7, 4)

  • Hay allí una torre de veinticinco metros de altura, llena de cenizas ardientes, provista de un dispositivo giratorio en la cúspide, en pendiente por todos los lados hacia la ceniza. (2 Macabeos 13, 5)

  • Al mediodía reseca el campo; ¿quién puede soportar su ardor? Aunque sea insoportable el calor de la fragua, el ardor del sol es tres veces más cuando quema las montañas, proyectando vapores ardientes, rayos que ciegan los ojos. (Sirácides (Eclesiástico) 43, 3)

  • El Señor lo vio y eso no le gustó; fueron exterminados por el ardor de su cólera. Los castigó de manera extraordinaria: llamas ardientes los devoraron. (Sirácides (Eclesiástico) 45, 19)

  • De puro susto comienzan a temblar y a sentir dolores y se retuercen como mujeres que dan a luz. Se miran unos a otros, el miedo se dibuja en sus rostros ardientes. (Isaías 13, 8)

  • Es como mata de cardo en la estepa; no sentirá cuando llegue la lluvia, pues echó sus raíces en lugares ardientes del desierto, en un solar despoblado. (Jeremías 17, 6)

  • Entre los seres había como carbones ardientes: se diría que había un baile de antorchas entre esos seres; el fuego iluminaba, y del fuego surgían relámpagos. (Ezequiel 1, 13)

  • Porque él nos ha arrancado del infierno, nos ha salvado de manos de la muerte, nos ha librado del horno de ardientes llamas y nos ha sacado de en medio de ellas (Daniel 3, 89)

  • Tratándose de los ángeles, encontramos palabras como éstas: Dios envía a sus ángeles como espíritus, y a sus servidores como llamas ardientes. (Carta a los Hebreos 1, 7)


“Seja paciente e espere com confiança o tempo do Senhor”. São Padre Pio de Pietrelcina