Encontrados 90 resultados para: Edom

  • Entonces Israel envió mensajeros al rey de Edom para decirle: Déjame, por favor, pasar por tu país; pero el rey de Edom no los atendió. Los envió también al rey de Moab, quien tampoco los dejó pasar, e Israel se quedó en Cadés; (Jueces 11, 17)

  • luego, avanzando por el desierto, rodeó el país de Edom y el de Moab y llegó al oriente del país de Moab. Acampó al otro lado del Arnón, pues el Arnón era el límite de Moab. (Jueces 11, 18)

  • Cuando Saúl se sintió seguro en el trono de Israel, comenzó a combatir con todos los enemigos que tenía a la redonda: con Moab, los amonitas, Edom, Bet-Rejob, los reyes de Sobá y los filisteos; y en cualquier parte que peleaba resultaba vencedor. (1 Samuel 14, 47)

  • David se hizo famoso con la campaña de Edom, en la que derrotó a un ejército edomita de dieciocho mil hombres en el valle de la Sal. (2 Samuel 8, 13)

  • Puso gobernadores en Edom y todos los edomitas quedaron sometidos a David. Por to das partes donde iba David, Yavé le daba la vic toria. (2 Samuel 8, 14)

  • Salomón mandó también construir una flota en Asiongaber, que está cerca de Elat, a orillas del mar Rojo, en la tierra de Edom. (1 Reyes 9, 26)

  • Yavé suscitó a Salomón un adversario de nombre Hadad, edomita, de la familia real de Edom. (1 Reyes 11, 14)

  • Cuando David venció a Edom, y Joab, jefe del ejército, subió a sepultar los muertos, mató a todos los varones de Edom, (1 Reyes 11, 15)

  • Faraón le contestó: «¿Qué te falta estando a mi lado para que quieras irte a tu tierra?» El respondió: «Nada, pero déjame partir.» Así, pues, Hadad llegó a ser un adversario: reinaba en Edom y odiaba a Israel. (1 Reyes 11, 22)

  • No había entonces rey en Edom sino que lo administraba un gobernador. (1 Reyes 22, 48)

  • Y preguntó: «¿Por qué camino subiremos?» Joram le respondió: «Por el camino del desierto de Edom.» (2 Reyes 3, 8)

  • Estuvieron el rey de Israel, el de Judá y el de Edom dando la vuelta durante siete días, y faltó el agua para los soldados y para los animales de carga que los seguían. (2 Reyes 3, 9)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina