26. Pablo, pues, apadrinó a aquellos hombres. Al día siguiente se purificó con ellos y entró en el Templo para notificar qué día concluiría su tiempo de purificación y se ofrecería el sacrificio por cada uno de ellos.





“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina