26. Después de las sesenta y dos semanas será muerto un ungido, sin que se encuentre culpa en él; y la ciudad y el templo serán destruidos por el pueblo de un rey que vendrá. Y terminará como sumergida. Hasta el fin habrá guerras y los desastres que Dios ha previsto.





“Para mim, Deus está sempre fixo na minha mente e estampado no meu coração.” São Padre Pio de Pietrelcina