4. Estos debían ser sin ningún defecto; debían tener buena presencia y ser de buen juicio, bien instruidos y bien educados. Permanecerían en el palacio del rey, donde se les enseñaría la lengua y la escritura de los caldeos.





“Resigna-te a ser neste momento uma pequena abelha. E enquanto esperas ser uma grande abelha, ágil, hábil, capaz de fabricar bom mel, humilha-te com muito amor perante Deus e os homens, pois Deus fala aos que se mantêm diante dele humildemente”. São Padre Pio de Pietrelcina