34. Pero, sobre todo, gracias a Dios, que me ha impedido hacerte mal. Pues si tú no te hubieras apresurado en venir a mi encuentro, juro que a Nabal no le habría quedado al amanecer ni un solo varón.»





“Diante de Deus ajoelhe-se sempre.” São Padre Pio de Pietrelcina